La crisis económica mundial que nos ha azotado durante los últimos años no es la primera, ni será la última, en llegar.
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Si miramos a escala nacional, en España, podemos comprobar como, el pasado 2014, los ricos fueron un 3,5% más ricos, en plena época de crisis.
En otras palabras, sabíamos que ésto iba a suceder, Marx nos lo avisó ¿Por qué no lo cambiamos? ¿Por qué lo aceptamos? Precisamente en el sistema capitalista y el espíritu liberal esta el ser individual por encima de la mentalidad colectiva, de igual forma que fomentan la competitividad y el desarrollo.
Otro motivo es que precisamente el sistema alternativo que, en su día, expuso Marx en el conocido "Manifiesto Comunista", no ha tenido una plasmación práctica en la realidad. Seguramente, el marco teórico que envuelve al comunismo es demasiado humanista, ingenuo, como para aspirar a ser una realidad, y no parte del papel de los libros. En este sentido, el propio filósofo prusiano tiene otro vaticinio, que veremos si también será certero. Marx considera a la sociedad víctima del capitalismo, y cree que el sistema y sus crisis cada vez más profundas lo llevarán a la autodestrucción. Es decir, que el 99% más pobre será el que asuma su concepto de mayoría ampliamente perjudicada y se vuelva contra esa casta o élite que aglutina todo el poder económico. ¿Os suena? Marx a esto lo llamó "la dictadura del proletariado", la fase cúspide de su revolución... y es que, el siempre tuvo claro que el comunismo, como tal, no tendrá lugar hasta que sea la propia sociedad, como todo un uno, el que alcance la madurez necesaria para imponerlo como sistema hegemónico. Lenin, Castro, Kim-Jong, Mao, Stalin, Chávez... son dictadores/tiranos, precisamente las figuras que más se alejan del ideal del bien común con el que tiempo atrás soñó el economista y sociólogo alemán.
El futuro nadie lo sabe... o quizá sí, y simplemente consista en echar la vista atrás y no repetir los mismos errores. "Quién olvida su propia historia está condenado a repetirla". Ahí esta la tragedia, y también la farsa de mirar nosotros para otro lado.
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