sábado, 28 de marzo de 2015

¿Crisis, un mal necesario? Desde el hundimiento del 87 hasta la crisis del siglo XXI

Por Marcos Rivera

El crack de 1987
A partir de 1985 la locomotora americana comienza a renquear. Las tasas de crecimiento bajan lenta pero inexorablemente y se transmiten poco a poco a los países europeos. Políticos y economistas hablan de un «aterrizaje suave», o sea, tratan de detener un mecanismo de endeudamiento que se alimenta a sí mismo como bola de nieve en la pendiente y que provoca una especulación cada vez más incontrolable. El dólar tras años de reevaluación se devalúa bruscamente cayendo entre 1985 y 1987 en más de un 50 %. Esto alivia momentáneamente el déficit americano y logra reducir el pago de intereses de la deuda, pero la contrapartida es el hundimiento brutal de la Bolsa de Nueva York que en octubre de 1987 cae un 27%.

La crisis bursátil de 1987 supone una purga brutal de la burbuja especulativa que había alimentado la reactivación económica de la Reaganomics. Desde entonces, esa reactivación hace aguas por todas partes, la última mitad de los años 80 muestra unos índices de crecimiento entre el 1 y el 3 %, en la práctica, un estancamiento. Pero al mismo tiempo, la década finalizará con el hundimiento de Rusia y sus satélites del bloque del Este, un fenómeno que si bien tiene raíces en las peculiaridades de esos regímenes es fundamentalmente una consecuencia de la agravación brutal de la crisis económica mundial.

El hundimiento de los países del Este y la recesión mundial de 1991-93

El derrumbe de los países del antiguo bloque ruso es un auténtico descalabro: de 1989 a 1993, los índices de producción caen regularmente entre un 10 y un 30 %. Rusia ha perdido entre 1989 y 1997 ¡el 70 % de su producción industrial! Sí bien a partir de 1994 los ritmos de caída se moderan, el balance sigue siendo desolador: países como Bulgaria, Rumania o Rusia siguen presentando índices negativos mientras que únicamente Polonia, Hungría y la República checa ofrecen tasas positivas.
El desplome de estas economías que cubren más de la sexta parte del territorio mundial es el más grave de todo el siglo XX en tiempos de «paz». Se añade a la lista de damnificados durante los años 80: la mayoría de países africanos y un buen número de países asiáticos, caribeños, centroamericanos y sudamericanos. Las bases de la reproducción capitalista a escala mundial sufren una nueva e importante amputación. Pero el hundimiento de los países del antiguo bloque del Este no es un hecho aislado, es el anuncio de una nueva convulsión de la economía mundial: tras 5 años de estancamiento y tensiones financieras.
  • Estados Unidos conoce una ralentización del crecimiento entre 1989 y 1990 (2 % y 0,5 %) que se convierte en una tasa negativa en 1991: – 0,8 %;
  • Gran Bretaña sufre la recesión más fuerte desde 1945 que se prolonga hasta 1993;
  • en Suecia, la recesión es la más violenta desde la posguerra, entrando a partir de entonces en una situación de casi estancamiento (el famoso «modelo sueco» desaparece de los libros de texto).
  • Si bien la recesión se retrasa en Alemania y en los demás países de Europa occidental, estalla en el 92 y se prolonga durante 1993-94. En 1993, la producción industrial de Alemania cae un 8,3 % y para el conjunto de países de la Unión europea (UE) la producción total cae un 1 %;
  • Japón desde 1990 cae en un estado de recesión larvada: la media durante el periodo 1990-97 es un raquítico 1,2 % y ello pese a que el gobierno ha realizado nada menos que ¡11 planes de relanzamiento!
  • El desempleo bate nuevos récords históricos. Baste señalar unos pocos datos:
- En 1991, los 24 países de la OCDE eliminaron 6 millones de puestos de trabajo;
- Entre 1991 y 1993, se destruyeron 8 millones de empleos en los 12 países de la Unión europea;
- En 1992, Alemania alcanza el nivel de paro de los años 30 y desde entonces, lejos de bajar, seguirá aumentando llegando a los 4 millones en 1994 y a los 5 millones en 1997.

Una recuperación sin empleos
Desde 1994 y tras unos tímidos intentos en 1993, la economía de Estados Unidos, acompañada por las de Canadá y Gran Bretaña, comienza a presentar cifras de crecimiento que no superarán nunca el 5%. Ello permite a la burguesía cantar victoria y proclamar a los cuatro vientos el «relanzamiento» económico e incluso hablar de «años de crecimiento ininterrumpido» etc.
Esta «recuperación» se apoya sobre:
  • El endeudamiento masivo de Estados Unidos y de toda la economía mundial:
  1. Entre 1987 y 1997, el endeudamiento total de EE.UU. ha crecido a un ritmo diario de 628 millones de dólares. Las bases de este endeudamiento son, por una parte, un drenaje de la enorme masa de dólares que circula por todo el mundo y, por otra parte, el estímulo desaforado del consumo doméstico que provoca el desmoronamiento del ahorro de tal forma que en 1996, después de 53 años, la tasa de ahorro vuelve a ser negativa.
  2. China y los llamados «tigres» y «dragones» asiáticos reciben cuantiosos fondos sobre la base de la paridad entre su moneda local y el dólar (un fabuloso negocio para los inversionistas extranjeros) como combustible de su rápido aunque ilusorio crecimiento,
  3. Una serie de países clave de América Latina (Brasil, Chile, Argentina, Venezuela, Méjico) son el centro de enormes préstamos especulativos pagados con elevados intereses a corto plazo:
  • Aumento espectacular de la productividad del trabajo que permite bajar los costes y hacer las mercancías americanas más competitivas;
  • Agresiva política comercial por parte del capital americano cuyos pilares son:
  • Obligaron a sus rivales al desmantelamiento de aranceles y de otros mecanismos proteccionistas,
  • Manipulación del dólar, dejando caer sus cotizaciones cuando lo prioritario es estimular las exportaciones y haciéndolo subir cuando lo esencial es atraer fondos,
  • Aprovechar al máximo todos los instrumentos que EE.UU. tiene como primer potencia imperialista (militares, diplomáticos, económicos) para favorecer sus posiciones en el mercado mundial.
Los países europeos siguen el mismo camino que EE.UU. y a partir de 1995 participan también del «crecimiento», aunque en una medida mucho menor.
La característica más destacada de esta nueva «recuperación» es que se trata de una recuperación sin empleos, lo cual constituye una novedad frente a las anteriores. Así tenemos que:
  • Pese a las continuas operaciones de maquillaje estadístico, el desempleo no deja de aumentar entre 1993 y 1996 en los países de la OCDE;
  • Las grandes empresas lejos de aumentar el empleo lo continúan destruyendo: se calcula que en EE.UU. las 500 primeras empresas han eliminado 500 000 puestos entre 1993 y 1996;
  • Se reduce por primera vez desde 1945 la plantilla de funcionarios. Así la administración federal americana elimina 118 000 puestos entre 1994-96;
  • A diferencia de fases de recuperación anteriores el aumento de los beneficios empresariales no se acompaña con un crecimiento del empleo sino todo lo contrario.
Los nuevos empleos que se crean son más bien subempleos, pésimamente remunerados y a tiempo parcial.
Al igual que la recesión abierta de 1991-93, la recuperación de 1994-97, por su fragilidad y sus violentas contradicciones, es un nuevo exponente de la agravación de la crisis capitalista pues a diferencia de las anteriores:
  • Alcanza a un número de países mucho más pequeño
  • EE.UU. ya no ejerce de locomotora mundial que impulsa a sus «socios» sino que se recupera a costa de ellos, principalmente en detrimento de Alemania y Japón;
  • El paro sigue creciendo y lo más que se logra es atenuar su ritmo de aumento.

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